¿Alguien puede imaginarse un México sin chile? Por supuesto me refiero al fruto, no al país.
El chile nuestro de cada día es para los mexicanos un alimento fundamental, un motivo de albur, un símbolo de identidad y todo un estilo de vida.
Desde el diminuto chile de árbol hasta los grandes chiles poblanos que pueden rellenarse, pasando por el famoso jalapeño, el pasilla, el habanero y el chile guajillo, entre otros muchos ejemplares, los chiles ofrecen un abanico enorme de posibiilidades gastronómicas. Pero esto es algo que no todo el mundo comprende. Y es que el amor al chile pasa por su comprensión y su conocimiento.
Que equivocados están los extranjeros cuando dicen que el chile «mata el sabor de los alimentos». Noooo señor, de ninguna manera, el chile matiza los alimentos y se mezcla con ellos igual que cualquier otro condimento. Y al decir el chile, quiero decir LOS CHILES en plural, porque algo que también hay que saber es que cada una de las muchísimas variedades de chile que existen tiene su sabor propio, su color particular, su textura única y por supuesto su nombre.
La palabra chile, proviene del nahuatl «chilli» y el origen geográfico de esta planta se sitúa igual que su nombre en México, pero también en centroamérica. Con la llegada de los españoles a nuestras tierras y la subsecuente exportación de productos hacia Europa y Asia, el chile viajó hasta lugares tan remotos como La India, Pakistan o Tailandia, donde tuvo gran acogida, tanto que hoy en día es parte fundamental de sus alimentos también.
Dicen, y de esto no tengo ninguna prueba más allá de la sabiduría popular, que cuando el chile se cultivó en Europa, particularmente en España, se volvió dulce, y que de allí nacieron los pimientos morrones, o simplemente pimientos, como se les llama aquí (en España). Es muy probable que así ocurriera, pues todo el mundo sabe que las propiedades del suelo, el clima y en general las condiciones geográficas y meteorológicas del entorno en el que se cultivan los alimentos influyen muchísimo en el sabor de los mismos.
Hay gente que no puede vivir sin su «chilito» y hay otra que no puede verlo ni en pintura, y puedo aceptar que haya a quien le guste y a quien no, pero lo que no puedo soportar es que se levanten falsos en contra de este fruto de nuestra tierra. Me molesta cuando dicen que los mexicanos perdemos el sentido del gusto por comer tanto chile, eso es tan ilógico como decir que comer azucar te impedirá saborear la sal.
Por el contrario, el chile consumido con moderación tiene muchas virtudes: * «disminuye el riesgo de sufrir gripes, resfriados, y previene el envejecimiento prematuro, mejora el proceso digestivo y evita problemas estomacales» si, leyeron bien, MEJORA el proceso dijestivo. Por supuesto, es como en todo, el consumo moderado del producto favorece a la salud, mientras que abusar de ello… bueno, para qué les voy a contar, más de alguno habrá sufrido las consecuencias en biiip—— propio.
Y ahora que me acuerdo, este post quería escribirlo porque mi indignación creció hasta límites insospechados hace cosa como de un mes, cuando escuché en un podcast que me gusta mucho, llamado Here on Earth, en un programa dedicado al «chilli» como ellos dicen, en donde se atrevía a decir una texana desvergonzada que el chile era un producto típico y originario de los Estados Unidos. Solo tengo un comentario que hacer respecto a eso. JA- JA-JA. Aunque hubiera chile en texas, porque no dudo de que allí lo consuman y puede que desde hace mucho tiempo, pero esque ¿ya se les olvidó de dónde salió texas?.
FOTO 1: Chiles verdes, amarillitos y rojos. Recordando la bandera mexicana.
FOTOS 2 y 3: Una torta ahogada de Guadalajara sumergida en salsa picante y una rica barbacoa de Pachuca acompañada con su salsita verde.
FOTOS 4,5 y 6: El chile poblano, relleno y preparado en nogada.