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A donde no se puede llegar en coche

Me duele todo. Camino como un robot mal engrasado y tengo la cara roja como una manzana, pero estoy realmente contenta.

Ayer por la tarde volví del Valle del Jerte (Extremadura, España) en un intento por contemplar y fotografiar los famosos cerezos en flor que otros años por estas fechas inundan esa zona.

Pero he allí que la naturaleza tiene también sus caprichos y sus estados de ánimo y había decidido, (por supuesto sin comunicárnoslo), que aún no nos regalaría esa estampa de flores blancas y rosadas. La verdad, es comprensible, con el frío que ha hecho este invierno, a mí si fuera arbolito tampoco me darían ganas de florecer.

Uno de los pocos cerezos que se animaron ya a florecer este año

Uno de los pocos cerezos que se animaron ya a florecer este año

En fin, que ya estando allí pensamos que a falta de un mejor plan haríamos la ruta de senderismo organizada que ofrecía el ayuntamiento de Jerte en su página web: nada más y nada menos que 21 kilómetros por las montañas que rodean el Valle del Jerte.

Total ¿qué son 21 kilómetros?… Total ¿qué importa que durante el resto del año no haga más ejercicio que el de los dedos de las manos saltando sobre el teclado?…. Total ¿qué más da que el sol brille a toda asta y no hayamos traído ningún tipo de protector solar?…y total ¿qué importa que mi condición física a los 29 sea la de una mujer fumadora de 70 años? (y eso sin fumar). ¡Qué más da! Pues allá vamos. Y allá fuimos, Javier, mi voluntad y yo con mis botas nuevas de montaña, repito NUEVAS y mi impermeable rojito listo para los chubascos que no llegaron nunca.

Ruta de Carlos V

Comienzo de la Ruta de Carlos V

Comenzamos la ruta a las 9 y algo de la mañana, con un poco de retraso porque había muchísima gente que iba a hacer el recorrido y había subgrupos dentro del grupo, casi toda gente experimentada y fan de las «rutas de montaña» y «senderismo» que al parecer es un deporte con muchos seguidores.
Había de todo, pero me sorprendió ver a más de un sesentón y a cuatro o cinco señores cargando unas barrigas que debían pesar por sí solas unos 10 o 12 kilos (peso neto), y ante esa competencia lo mejor era poner cara de felicidad y fingir estar fresca como una lechuga aún cuando sentía que cada centímetro de mi cuerpo me pedía a gritos que me desparramara en el pastito al lado del río.

Los descansos fueron breves y casi contraproducentes, apenas daba tiempo de alcanzar a la cabeza del grupo que nos llevaba una enorme ventaja, solo para ver con tremenda frustración, cómo cuando por fin lográbamos llegar hasta donde habían hecho la pausa, ellos habían terminado ya de comer, beber, mear y reposar y emprendían de nuevo la marcha. En este punto debo decir que ya me había advertido Javier que no debíamos quedarnos al final del grupo porque entonces nunca te da tiempo de descansar; pero yo que iba en plan fotógrafa y no sabía aún lo que me esperaba por delante tardé tiempo en darme cuenta de que tenía (como casi siempre en estos casos) toda, todita la razón. Pero a estas alturas era ya demasiado tarde para compensar la desventaja con la que caminábamos y había que hacer un triple esfuerzo para no quedarnos demasiado rezagados y evitar perdernos en esos montes de dios.

Los cerezos pelones

Los cerezos pelones

Recordando el Cerezo de Vang Gogh

Recordando el Cerezo de Vang Gogh

Con todo y todo llegué hasta el final, después de ver 5 hectáreas de cerezos pelones, tres de los cuales tuvieron la amabilidad de echar unas cuantas florecillas nomás por pura cortesía. Y lo curioso es que me sentí genial, bueno, cuando conseguí sentirme, porque al principio no sentía nada jejeje. Y, dado que una de las mejores cosas de caminar y caminar es que uno puede llegar a ese estado de no pensar en nada más que no sea lo estrictamente necesario para ordenar a la pierna que levante el pie y lo mueva 20 centímetros más adelante, he tenido un solo pensamiento profundo, pero creo que realmente valioso en las 9 horas que duró la caminata y aquí lo comparto con ustedes: «Hay lugares a los que no se puede llegar en coche y rezo porque así siga siendo».

El río del Jerte después de 5 horas de caminata

Vacaciones para Cancún

Una vez un amigo me dio un consejo muy sabio. Me dijo: «Si te gusta mucho un lugar… no se lo digas a nadie». Y tenía toda la razón. ¿Por qué demonios todos los lugares bonitos están ya siempre llenos de gente?

Parece que uno ya no puede tener jamás el gusto de encontrar algo en estado virgen, (en el sentido más inocente de la frase). De las ciudades a las playas, desde los puntos turísticos por excelencia hasta los festejos íntimamente tradicionales de los pueblos más remotos y desde los rincones más escondidos del Amazonas hasta los sitios más inasequibles del África profunda son potenciales lugares de vacaciones para cualquiera que pueda pagarlos.

Claro que la paradoja del asunto está en que, todos nos quejamos en algún momento de la sobrepoblación de los destinos turísticos, esa excesiva masificación que nos reúne a todos, conocedores y paganos, en torno a un espacio cultural o una maravilla natural en cualquier parte del mundo. Pero al mismo tiempo esta democratización del turismo es la que hace posible que las personas menos adineradas (por decirlo de una forma elegante) podamos conocer lugares dentro y fuera de nuestras fronteras.


camioncito

playita

El caso concreto que suscitó mis reflexiones sobre los movimientos turísticos fue que hace poco más de un mes estuve en la FITUR (Feria Internacional de Turismo) que se celebra cada año aquí en Madrid. Mientras repartía unos folletitos promocionales de la Ciudad de México pensaba… la mayoría de los españoles con los que me he topado solo conocen una pequeñísima parte de México llamada Cancún. Un destino que se ha popularizado a niveles extraordinarios entre los turistas internacionales en general y entre los lunamieleros en particular.

La cuestión es que México, que ocupa el lugar no.10 en el ranking mundial como receptor de turismo, acoge cada año a 21.4 millones de turistas que lo visitan desde el extranjero. Pero el problema está en que ciertos puntos de la República, especialmente las playas como Cancún, soportan la mayor cantidad de esta demanda. El impacto que esto tiene en términos ecológicos y sociales es muy grande.

Más de un estudio de la Secretaría de Turismo de México augura un negro futuro para las playas de Cancún. De hecho se habla de la acapulquización de los nuevos destinos playeros de México. Se pueden imaginar lo que esto significa. Es simple. El Acapulco de los años 60s, aquél paraíso terrenal, sufrió una sobreexplotación y una llegada masiva de inmigrantes en busca de turismo o de trabajo y simplemente “murió de éxito”.

Pero ¿cómo resolver el problema de la erosión turística? o como dicen los modernos ¿Cómo lograr un turismo sustentable?. Pues no tengo ni la menor idea. Porque esta pregunta recae en una pregunta mayor… ¿cómo podemos en términos generales conservar las bellezas de nuestro planeta?

paris

moroco

Tomando en cuenta que cada vez somos más y que todos tenemos derecho al ocio, y que el interés de los humanos por conocer otras culturas es creciente (cosa que está muy bien, dicho sea de paso). La cuestión es organizarnos de tal forma que no saturemos determinados lugares con nuestra presencia, y sobre todo, creo yo, que entendamos que aunque estemos de vacaciones en otra ciudad o en otro país, seguimos estando en nuestra casa “la tierra” y por lo tanto tenemos que intentar ser respetuosos con lo que nos rodea, vayamos a donde vayamos, algo difícil de recordar cuando lo que uno desea en vacaciones es olvidarse de todo ¿no?.

La princesa sin castillo

Ayer llegamos de un pequeño viaje por el sur de Francia que duró 10 días. Además de visitar a unos amigos que viven en Bayonna, nuestro objetivo principal era una vieja pero muy bien conservada ciudad amurallada llamada Carcassonne.

Curiosamente, conocimos Carcassonne por un juego de mesa del mismo nombre que nos dieron como regalo de bodas y que nos tiene fascinados por su original estructura y porque es de esos juegos que invitan a la imaginación, con el que uno se puede hacer su película entre dragones, hadas y condes.

A pesar de las grandes expectativas que teníamos sobre «La Cité de Carcassone» (como la llaman los franceses para diferenciarla del resto de la ciudad), estas fueron ampliamente cumplidas y superadas. Yo, particularmente me sentía como en un cuento. Claro que además del magnífico escenario ayudó la representación que tiene lugar dentro de las murallas: un torneo entre caballeros invitados por el Vizconde de Carcassone, con duelo de espadas, con lanzas a caballo y villano incluido, además de una exhibición de halcones, un águila real y una lechuza.

Al salir de «La Cité» después de un día de encanto estuve pensando ¿Qué tendrá la edad media que nos gusta tanto?, ¿por qué nos atraen con tanta fuerza las historias caballerescas? Y sé lo que están pensando pero no creo que la culpa sea solo de los cuentos de Disney, la atracción por esta época va más allá de la Cenicienta y la Bella Durmiente. Creo que tiene que ver con que resulta bastante atractiva la idea de vivir como reyes, con todo ese increíble despliegue de seguridad constituido por más o menos unos mil o dos mil guardaespaldas a nuestro servicio.

Pero la verdad de la verdad es que pocas veces se nos ocurre pensar que si viviéramos en la edad media muy probablemente no seríamos uno de esos cuatro agraciados que nacieron reyes, seguramente, y por una cuestión clara de estadística, nos tocaría ser uno de esos miles de campesinos, herreros o alfareros porque de esos sí había a montones.

La edad media era una cuestión de familias, de tres o cuatro familias que se tenían bien repartido el pastel, pero por alguna extraña razón los fanáticos de esta época siempre tendemos a pensar que nosotros perteneceríamos a alguna de ellas y no nos damos cuenta de que ya tendríamos suerte si sobreviviéramos a esa niñez de perros con muy pocos cuidados, a las miles de epidemias e invasiones que eran el pan de cada día y aún si llegáramos a nobles caballeros, siempre cabe la posibilidad de que nos atraviesen con una lanza a la primera de cambios.

Pero después de pensar en todo esto…. si tengo que decir la verdad, yo seguiré soñando con ser la princesa del castillo perdido, aunque tenga que cambiar la televisión por laudes y los pantalones por cortinas-vestido ceñidas a la cintura. Eso sí, nomás hasta las doce de la noche como la Cenicienta.

Porque usté lo pidió

Con este post fotográfico empiezo el feliz año nuevo con una dedicatoria especial para mi querida amiga -casi hermana- Cinthiana la rana que dice que porqué no pongo más dibujitos y menos letras en el blog y la verdad es que tiene toda la razón, pero es que soy una rollera innata, y antes de que empiece a enrollarme otra vez aquí les dejo una fotiños de una exposición de esculturas de hielo a la que fuimos ayer.

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LA PUERTA DE ALCALÁ Y EL OSO Y EL MADROÑO,
LOS ÍCONOS MADRILEÑOS EN HIELO

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QUIEN FUERA BORREGUITO PARA ESTAR ABRIGADITO A 8o BAJO CERO

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YO PA ESQUIMAL NO SIRVO, PERO LA VERDAD ES QUE ALLÍ ADENTRO ESTABA BIEN CALIENTITO

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MOTIVOS NAVIDEÑOS: UNOS RENOS Y UN NACIMIENTO

Y POR ÚLTIMO… UN OSO MESERO

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Y PICO A PICO CON UN PINGÜINO

pingüino

 

 

 

Ni de aquí ni de allá

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Un sabio desconocido (al menos para mí) dijo una vez, que aquél que sale de su país para vivir en otro se vuelve un extranjero para siempre y creo que es verdad. Sospecho que este sentimiento de no ser «ni de aquí ni de allá» como dice la India María nos acompaña a los exhiliados durante mucho tiempo, tal vez habrá que hacerse a la idea de que nos acompañará siempre.

Pero a lo que iba, no vaya a ser que me ponga melancólica… La verdad de las cosas es que la vida del inmigrante está llena de cosas interesantes, y parece ser una ley que un imigrante termine rodeado de inmigrantes porque ese sentimiento de pertenencia que te une a los no pertenecientes, a la gente que ha dejado también su tierra y sus familias, sus tacos, sus yucas, sus tostones o lo que sea es un sentimiento nuevo y muy interesante para mí.

Aunque la verdad de las verdades es que hay culturas más asimilables que otras. Para una mexicanita provinciana que ha visto muy poco mundo como yo, es dificil entender a los rumanos y los búlgaros con su lengua indescifrable, a los senegaleses con su atuendo blanco de los domingos (que me recuerda al mantel de la casa de mi abuela paterna) y a los chinos con sus turnos triples que parece que se clonan para atender la tienda de abarrotes donde todo cuesta «a un eulo».

Ante estas incomprensiones me declaro poseedora de una conciencia en vías de desarrollo, pero me justifico un poco diciendo que en mi ciudad natal, donde solo tenemos por extranjeros a los gringos y quizás a los chilangos (con todo respeto) veíamos un negro (con todo respeto) cada cinco años, a algún alemán perdido (con todo respeto) que seguramente confundíamos con gringo (con todo respeto) …y poco más. De modo que, seguiré trabajando para aprender más cosas de este mundo y sus habitantes, es lo menos que puedo hacer en este nuevo oficio de extranjera ¿no creen?.

El olor de las ciudades

narizotaEl primer recuerdo que tengo de mi llegada a España es el olor, no sabría como describirlo pero cada ciudad tiene un olor particular como lo tiene cada casa y cada persona. Desgraciada, o afortunadamente no todos tenemos el olfato tan desarrollado como Grenouille (el ahora famoso protagonista de «El Perfume» de Patrick Süskind) y a la mayoría de las personas la descripción de los olores se nos dificulta bastante, quizá sea porque los olores están unidos como ninguna otra experiencia sensorial a los sentimientos, por eso es que son más instintivos y más animales y por lo tanto indescriptibles.

De cualquier forma si tuviera que decir a qué huele Madrid, diría que al primer golpe de nariz huele a un café como el de aquél proverbio turco, «negro como el infierno y fuerte como la muerte», eso a primera hora de la mañana, porque luego a medio día se combina con el olor de la cebolla, el puerro y el ajo, todo marinado a un calorcito de 40 grados en verano, por la noche el olor serena y se refresca con tomates (que no jitomates). El agua por su parte también tiene un sabor distinto, pero como a todo hay que acostumbrarse, pues mi novio español dice que es el agua de México la que huele raro.

El otro día leía en un diario local que los asiáticos opinan que los occidentales olemos muy mal, lo mismo dicen los blancos de los negros y los negros de los blancos, también lo decimos los americanos de los europeos y seguramente lo dicen los europeos de los americanos, así que me puse a pensar que quizá esto de los olores sea una cuestión realmente animal que nos permite reconocer a nuestra manada en estas junglas de asfalto, igual que nos permite reconocer nuestro territorio. Así que los invito a que la próxima vez que vayan en el metro, camión /autobús o cualquiera que sea su medio de transporte antes de juzgar los olores los disfruten un poco como disfrutarían un arcoíris, porque oler también es una forma de conocer, y ¡Del olfato nace el amor!

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Estación de Atocha, Madrid

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Mirala, mirala, mirala la Puerta de Alcalá

Historia de un país lejano

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«La historia es fascinante» es una frase que carece de sentido para muchas personas, en especial para los niños cuando la aprenden en la escuela y de entre esos niños, en especial para mí que siempre iba arrastrando con la materia. Pero todo cambia cuando la historia se vuelve TU historia, cuando se vuelve parte de tí. Justo eso me ocurrió ahora que estoy en España. De pronto se me exaltó el espíritu nacionalista y me dio por buscar mis orígenes, aquello que me hace ser verdaderamente mexicana. Así fue como comencé a leer «La Conquista de México» de Hugh Thomas y descubrí en este libro (paradojicamente escrito por un inglés) un montón de cosas interesantes sobre los Aztecas y todos los pueblos sometidos a ellos que formaban parte de la comunidad Mexica de aquellos tiempos; y también sobre los Españoles, esa herencia de la que a veces renegamos pero que es tan parte nuestra como la indígena. El libro tiene como unas ochocientas páginas y aún no lo termino, así que voy a resumirles las cosas más interesantes que he encontrado en él.

QUEMARON LAS NAVES. – A lo mejor es algo que muchos ya saben, pero a mi este Cortés no deja de sorprenderme en todo el libro. Resulta que cuando llegó a la Villa Rica de la Vera Cruz por primera vez, era tal su ambición y su osadía que, temiendo la dimisión y el complot de sus hombres hizo quemar nueve de los doce barcos en los que habían venido para que nadie pudiera dar marcha atrás pasara lo que pasara.

DURO Y A LA CABEZA. – Los Aztecas y la mayoría de los pueblos del antigüo México cuando tenían una guerra no intentaban matar a su enemigo, sino capturarlo. Para ellos lo más importante era tener esclavos para sacrificarlos en ofrenda a los dioses. Esta idiosincrasia pesó mucho en los enfrentamientos contra los conquistadores españoles que, por supuesto, no se andaban con sutilezas e iban directo a matar.

EL SECUESTRO. – Moctezuma, que era por entonces el emperador de los Aztecas y el más poderoso emperador del Valle y sus alrededores, fue secuestrado por Cortés durante varios meses, después de que el primero le brindara su amistad al segundo. Con el secuestro Cortés habilmente pretendía dejar sin cabeza a un imperio que no sabía ni podía funcionar de otra forma que no fuera bajo las órdenes de su gran e indiscutible monarca. (Osea, que no había vicepresidente, ni comité de crisis, ni nada de eso.)

LAS ARMAS BIOLÓGICAS. – Una de las armas más efectivas que utilizaron los españoles sin saberlo, para minar a la población indígena fue la viruela. El organismo de los indios no tenía defensas contra esa enfermedad que en Cuba y en Santo Domigo prácticamente acabó con la población indígena (que previamente había sido reducida por las armas y los trabajos forzados). Por su parte los Españoles que estaban ya bastante acostumbrados a virus y epidemias no se vieron afectados porque habían desarrollado ya una especie de vacuna natural.

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Bueno, hasta aquí la clase de hoy, seguiré informando de las intrigas de esta interesante novela que es nuestra historia.

De fallas, truenos y falleras

A pesar de ser un país moderno España me sorprendió con una fiesta muy tradicional. Las Fallas de Valencia son una cosa impresionante en muchos sentidos.

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Primero, es un festejo organizado por el pueblo y para el pueblo, donde la gente realmente se involucra y participa a todos los niveles; luego las dimensiones del festejo son enormes, dura 5 días enteros y se extiende por todos los barrios / colonias de una ciudad que no es para nada pequeña; y por último la dimensión artística del espectáculo es increíble. Como no me alcanzaría la página para describir todo lo que vi, pensé en hacer un pequeño glosario de las cosas más interesantes de las Fallas y poner algunas de las muchas fotos que tomé como loca hasta que me cansé de los monigotes.

Falla: La falla es tanto la asociación de vecinos que en un barrio se organizan la fiesta como la “escultura de papel maché” por llamarla de algún modo que realizan en esa organización con un motivo político o de denuncia y que luego es quemada el último día de la fiesta.

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Fallera(o): Van todas vestidas con el traje típico que perfectamente podría haber sido el de una cortesana en otros tiempos y el de los hombres tiene una especie de zarape que me recordó a los trajes típicos mexicanos. Entre las falleras hay una fallera mayor que, como las reinas de la primavera de los pueblos mexicanos es las que más gasta, es como la anfitriona del barrio y patrocina varias comidas para todos los integrantes de la falla. Su premio: tiene derecho a desfilar durante horas y horas por las calles con sus zapatos de tacón forrados de tela a juego con el vestido y también a presidir la crema durante la que suele llorar como Magdalena… ¿y cómo no? Con el dineral que se habrá gastado allí.

 

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Ninot Indultat: Es un muñequito(s) que rescatan de la crema por considerarlo mejor hecho, eligen solo uno por año de entre todas las fallas y lo llevan a un museo junto a los supervivientes de otros años.

Mascletáa: No se cómo explicar esto, son chorrocientosmil cuetes tronando a la vez en la plaza central. Un espectáculo de juegos pirotécnicos con pocas luces pero mucho, mucho, mucho ruido. La sensación que te da es como de estar en pleno campo de batalla frente al cuerpo de infantería.

 

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Masujes: En palabras de la abuela de mi novio, los masujes son todas las fritangas de masa que es el manjar más abundante de las fallas, predominan: churros (de masa), buñuelos, porras (que no porros) y chocolate (que es más como atole mexicano).

El Manto: El manto de esta virgen está hecho con puras flores, de arriba abajo, las flores las traen las falleras en procesión después de desfilar por la ciudad con ellas. Todo está perfectamente organizado.

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También hay música, mucha comida, construcciones enormes de luz, un mercadito medieval de artesanías y fuegos artificiales todos los días. ¡Vengan a las fallas! y de paso me visitan ¿no?.

La casa del árbol

Yo nunca tuve una casa del árbol, entre otras cosas porque tampoco tuvimos nunca una casa propia con un enorme jardín donde construirla, en realidad el tema no me agobió mucho en aquél momento, pero ahora que lo veo en retrospectiva hubiera sido bueno tener una, en especial, digo yo, porque según dicta la filmografía hollywoodense la casa del árbol es requisito indispensable para tener grandes aventuras cuando eres pequeño, así que si lo pienso un poco más me viene un trauma retardado por no haberla tenido. Peeeero, nunca es demasiado tarde para cumplir los sueños y la empresa alemana baumraum nos ofrece (por lo menos en Alemania) la posibilidad de tener esa casita que nunca tuvimos, pero aumentada y mejorada. Realmente me encantó la idea de verme allí en ese espacio que siempre tendrá un encanto especial. ¿Se imaginan todas las posibilidades que ofrece este original habitáculo? Un estudio, un salón de lectura o simplemente un colchón de pared a pared para hacer lo que se les ocurra jejejejee, menos brincar en él porque creo que darían con el techo. En fin, les dejo unas fotitos para que disfruten la vista y echen a volar su imaginación.

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PD. Perdonen si estoy escribiendo como en revista de decoración, creo que me encuentro seriamente influenciada por mi trabajo actual.

La Vida en el Metro

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Siempre dije que no viviría en el DF porque después de una semana me pone de los nervios, pero da la casualidad de que terminé en Madrid y estoy comenzando a pensar que no hay gran diferencia. A las 7.45 am. salgo de mi casa, hago 3 trasbordos, subo 6 escaleras eléctricas y 3 normales, permanezco más de 60 minutos bajo tierra respirando aire respirado y lucho con una manada de individuos apestosos todos los días para poder llegar al trabajo a las nueve. ¡Estoy comenzando a estresarme!!! Pero cuando una o dos de mis neuronas consiguen tomar aire en medio de esa masa multiforme que se llama humanidad me pongo a pensar, lo mejor que uno puede hacer en estas situaciones es hacer vida en el metro, pero no es fácil, de verdad que no, se requiere de mucha práctica y unos cuantos tips que yo he aprendido mediante la observación de grandes expertos, ciudadanos del metro singulares a los que realmente he terminado por admirar (no siempre en el sentido positivo de la palabra).

1. El lector malabarista
La habilidad de estas personas es asombrosa, son capaces de leer un libro del tamaño del Quijote o peor aún, de abrir el periódico entero y estudiarlo con detenimiento en medio del ajetreo y la sobrpoblación, aun se dan el lujo de pasar las páginas cuando el espacio que les corresponde es menor a 20cm. cuadrados. Estas personas son además, todos unos difusores de la cultura pues cualquiera que esté a dos palmos de frente como solemos estar todos en el metro puede leer también el mismo periódico /libro, de modo que se organizan unas buenas lecturas comunitarias.

2. El actor de musical
Lo de los ipod en el metro es totalmente normal, de hecho estoy por comprarme uno para hacer más ligero el viaje pero…. Bailar en el metro??? Eso ya me parece excesivo, pero no lo he visto ni una ni dos veces, los cantantes y bailarines amateur en el metro abundan, incluso están los que combinan ambas “habilidades” para dar todo un espectáculo gratuito y desinhibido a los curiosos transeúntes como yo. Creo que son como los niños chiquitos, piensan que como ellos no oyen, nadie los oye a ellos .. ¿ni los ve??.

3. El Pick-nickero
Esto les sonará familiar porque también en los camiones mexicanos es común lo de sacar la torta a medio camino y tomar el aperitivo del medio día (pepinos con limón) en nuestro querido transporte público, pero aún así, a mi no deja de sorprenderme cómo la gente puede comer en un sitio en el que a veces no se puede ni respirar… pero comer en serio heeee con refresco incluido y todo.

4. El 4×4 / Todo-terreno
Este es el típico que te aplasta y te mete el codo y pasa por encima de ti para ir a cobrar su herencia… Cómo los odiooooo … Abusivos ¿qué no ven que toy chiquitaa? Me aplastan

5. El violinista destejado
Los músicos sin oído y los acordeones rotos abundan en el metro, aunque también los hay muy profesionales, de todo un poco para que haya variedad, pero por favor solo pido que toquen una canción y cambien de vagón, porque están acabando con mis aficiones musicales.

Bueno, creo que ya me extendí de más como siempre pero es que hay un montón de personajes por aquí, están también los que bajan por las escaleras eléctricas cuando éstas suben (porque las de bajar están muy llenas), el viejito que se pone histérico porque cree que hay una bomba, los que viajan hiper-borrachos con el trago en la mano el viernes por la tarde, los que se pelean en público y una larga lista de cosas que hacen la vida en el metro menos aburrida.

NOTA CULTURAL PARA COMUNICÓLOGOS: En Madrid se reparten 6 o 7 diarios gratuitos todas las mañanas, no se cómo sobreviven si tienen poca publicidad, pero allí están todos los días viajando en el metro.

FOTO COMPARATIVA, ENCUENTRE LAS DIEZ DIFERENCIAS: A LA IZQUIERDA FOTO DEL METRO EN VERANO, A LA DERECHA FOTO DEL METRO EN INVIERNO.

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