Ni de aquí ni de allá

 dibujo niña 5o.

Un sabio desconocido (al menos para mí) dijo una vez, que aquél que sale de su país para vivir en otro se vuelve un extranjero para siempre y creo que es verdad. Sospecho que este sentimiento de no ser «ni de aquí ni de allá» como dice la India María nos acompaña a los exhiliados durante mucho tiempo, tal vez habrá que hacerse a la idea de que nos acompañará siempre.

Pero a lo que iba, no vaya a ser que me ponga melancólica… La verdad de las cosas es que la vida del inmigrante está llena de cosas interesantes, y parece ser una ley que un imigrante termine rodeado de inmigrantes porque ese sentimiento de pertenencia que te une a los no pertenecientes, a la gente que ha dejado también su tierra y sus familias, sus tacos, sus yucas, sus tostones o lo que sea es un sentimiento nuevo y muy interesante para mí.

Aunque la verdad de las verdades es que hay culturas más asimilables que otras. Para una mexicanita provinciana que ha visto muy poco mundo como yo, es dificil entender a los rumanos y los búlgaros con su lengua indescifrable, a los senegaleses con su atuendo blanco de los domingos (que me recuerda al mantel de la casa de mi abuela paterna) y a los chinos con sus turnos triples que parece que se clonan para atender la tienda de abarrotes donde todo cuesta «a un eulo».

Ante estas incomprensiones me declaro poseedora de una conciencia en vías de desarrollo, pero me justifico un poco diciendo que en mi ciudad natal, donde solo tenemos por extranjeros a los gringos y quizás a los chilangos (con todo respeto) veíamos un negro (con todo respeto) cada cinco años, a algún alemán perdido (con todo respeto) que seguramente confundíamos con gringo (con todo respeto) …y poco más. De modo que, seguiré trabajando para aprender más cosas de este mundo y sus habitantes, es lo menos que puedo hacer en este nuevo oficio de extranjera ¿no creen?.

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