La muerte de la muerte

Cada uno de los seis años que he pasado fuera de México he recordado con cariño y melancolía el día de muertos. Cada noviembre me digo que me encantaría estar allí. Me vienen a la mente…  los altares con las fotos de los abuelos, el sabor del chocolate y el pan de muerto (que por si alguien se lo pregunta, no, no está hecho de muerto sino de harina, azúcar, naranja y canela), el olor de las velas y las flores de Cempazúchitl, los colores del aserrín tintado, el movimiento de los cordones llenos de papel de china picado, la imagen de la fruta ofrendada en los platos de barro y una calaverita de azúcar con mi nombre y el de mis seres queridos.

Pequeño altar de muertos de Aranza 3

En resumen, es la imagen de una muerte rica y dulce que después de llevarnos nos da permiso de volver cada día 2 de noviembre a comer y festejar con aquellos que nos recuerdan. ¿Puede haber una muerte más benigna que ésta, nuestra muerte mexicana que se viste de colores, se pinta los labios de hueso y usa sombrero ancho para protegerse la piel? ¿Puede haber algo mejor que esta muerte que nos permite jugar con ella, caricaturizarla, hacerle bromas y hablarle de tu a tu como si fuera una cualquiera?

“Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central" de Diego Rivera. Foto de Conchita Cisneros

A pesar de su deterioro a través de los años (ya tengo una edad para poder decir…. «cuando yo era joven el día de muertos era una cosa muy bella que la gente se tomaba muy en serio») el día de muertos sigue siendo una gran fiesta para muchas personas en México y este año, con todo el dolor de mi corazón me la he vuelto a perder. También es verdad que, como parte del proceso natural de las tradiciones ésta ha ido cambiando y quizá incluso se ha ido perdiendo poco a poquito con el tiempo, pero ese es el menor de nuestros problemas en comparación con lo que voy a describir a continuación.

Pues resulta que esta mañana me he encontrado en ese pozo sin fondo que es el Facebook con esto…

Al principio no me gustó la idea de que nuestras queridas calaquitas se desprendieran de esa imagen festiva que siempre han tenido para vestirse de luto (que paradoja) y protestar por la violencia. Pero de pronto me di cuenta. Por mucho y muy profundo que a mi me duela, quizá es momento de aceptar que en México la muerte ha dejado de ser nuestra amiga.

Tzompantli (pared de cráneos) del museo del Templo Mayor, México DF.

Ayer mismo leía otra noticia más que daba cuenta de otros 26 muertos encontrados en una de las principales avenidas de Guadalajara. Los cadáveres estaban todos amontonados, atados de pies y manos dentro de unas camionetas. Solo un día antes otras 24 personas habían sido asesinadas en Sinaloa. Para mi esto es prueba suficiente. La muerte ha dejado de ser nuestra amiga. Esta muerte que campa a sus anchas por mi país no tiene nada de poética ni de tradicional y me duele, me duele por todas partes. Por la forma en que hemos corrompido esa relación de siglos con ella, por lo que significa que la muerte no venga ya nunca en son de paz a buscarnos a los mexicanos, sino violentamente, injustamente y cabronamente, como si no nos conociéramos de nada.

 

Más fotos del día de muertos en México

http://www.mexicodesconocido.com.mx/haz-tu-propia-ofrenda-de-dia-de-muertos.html

http://www.chilango.com/general/nota/2010/11/03/dia-de-muertos

 

 

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