Vacaciones para Cancún

Una vez un amigo me dio un consejo muy sabio. Me dijo: «Si te gusta mucho un lugar… no se lo digas a nadie». Y tenía toda la razón. ¿Por qué demonios todos los lugares bonitos están ya siempre llenos de gente?

Parece que uno ya no puede tener jamás el gusto de encontrar algo en estado virgen, (en el sentido más inocente de la frase). De las ciudades a las playas, desde los puntos turísticos por excelencia hasta los festejos íntimamente tradicionales de los pueblos más remotos y desde los rincones más escondidos del Amazonas hasta los sitios más inasequibles del África profunda son potenciales lugares de vacaciones para cualquiera que pueda pagarlos.

Claro que la paradoja del asunto está en que, todos nos quejamos en algún momento de la sobrepoblación de los destinos turísticos, esa excesiva masificación que nos reúne a todos, conocedores y paganos, en torno a un espacio cultural o una maravilla natural en cualquier parte del mundo. Pero al mismo tiempo esta democratización del turismo es la que hace posible que las personas menos adineradas (por decirlo de una forma elegante) podamos conocer lugares dentro y fuera de nuestras fronteras.


camioncito

playita

El caso concreto que suscitó mis reflexiones sobre los movimientos turísticos fue que hace poco más de un mes estuve en la FITUR (Feria Internacional de Turismo) que se celebra cada año aquí en Madrid. Mientras repartía unos folletitos promocionales de la Ciudad de México pensaba… la mayoría de los españoles con los que me he topado solo conocen una pequeñísima parte de México llamada Cancún. Un destino que se ha popularizado a niveles extraordinarios entre los turistas internacionales en general y entre los lunamieleros en particular.

La cuestión es que México, que ocupa el lugar no.10 en el ranking mundial como receptor de turismo, acoge cada año a 21.4 millones de turistas que lo visitan desde el extranjero. Pero el problema está en que ciertos puntos de la República, especialmente las playas como Cancún, soportan la mayor cantidad de esta demanda. El impacto que esto tiene en términos ecológicos y sociales es muy grande.

Más de un estudio de la Secretaría de Turismo de México augura un negro futuro para las playas de Cancún. De hecho se habla de la acapulquización de los nuevos destinos playeros de México. Se pueden imaginar lo que esto significa. Es simple. El Acapulco de los años 60s, aquél paraíso terrenal, sufrió una sobreexplotación y una llegada masiva de inmigrantes en busca de turismo o de trabajo y simplemente “murió de éxito”.

Pero ¿cómo resolver el problema de la erosión turística? o como dicen los modernos ¿Cómo lograr un turismo sustentable?. Pues no tengo ni la menor idea. Porque esta pregunta recae en una pregunta mayor… ¿cómo podemos en términos generales conservar las bellezas de nuestro planeta?

paris

moroco

Tomando en cuenta que cada vez somos más y que todos tenemos derecho al ocio, y que el interés de los humanos por conocer otras culturas es creciente (cosa que está muy bien, dicho sea de paso). La cuestión es organizarnos de tal forma que no saturemos determinados lugares con nuestra presencia, y sobre todo, creo yo, que entendamos que aunque estemos de vacaciones en otra ciudad o en otro país, seguimos estando en nuestra casa “la tierra” y por lo tanto tenemos que intentar ser respetuosos con lo que nos rodea, vayamos a donde vayamos, algo difícil de recordar cuando lo que uno desea en vacaciones es olvidarse de todo ¿no?.

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